Arquitectura y Arquitectos del siglo XVI en Extremadura

NAVAREÑO MATEOS, Antonio.
Arquitectura y Arquitectos del siglo XVI en Extremadura. Proyectos de obra de la Orden de Alcántara.
Universidad de Extremadura y Colegio de Arquitectos de Extremadura. Cáceres, 1994.

El profesor Antonio Navareño realiza, a través de los proyectos de obras, un riguroso estudio recopilatorio de más de treinta arquitectos y maestros que construyeron las obras más importantes de Extremadura en el s. XVI, territorio de la Orden de Alcántara, entre ellos Pedro de Ybarra, Sebastián de Aguirre, etc. A través de este estudio conocemos los arquitectos más relevantes de este siglo y la manera de ejercer la profesión de la arquitectura en las “obras oficiales” con planteamientos que no difieren en exceso del espíritu de la actual Legislación de Contratos del Sector Público.






LA ARQUITECTURA. REGULACIÓN Y DESARROLLO DE LA ACTIVIDAD CONSTRUCTIVA 

La actividad constructiva en el seno de la Orden de Alcántara estaba completamente reglamentada en lo que se refiere a financiación, procedimiento administrativo y desarrollo técnico de las obras. Las obligaciones y responsabilidades de las más altas dignidades de la Institución estaban bien especificadas en este campo, a través de la publicación de las sucesivas definiciones a lo largo del siglo XVI. Algunas disposiciones promulgadas se basaban en los usos y costumbres practicados desde la Edad Media, mientras que otras fueron acordadas en los sucesivos Capítulos Generales celebrados durante ese siglo. 

El cuidado de los edificios de la Orden se inicia con un conjunto de medidas de carácter preventivo, encaminadas a la conservación y mantenimiento de los inmuebles, las cuales afectaban a gobernadores de Partido, comendadores, alcaides, tenientes de alcaide, y demás cargos a quienes les fueran entregadas propiedades de la Orden. Incluso, desde 1494 estaba establecida la figura del “visitador” encargado de supervisar e informar periódicamente respecto al estado de todas las posesiones a lo largo y ancho de grandes demarcaciones del territorio de la Orden (2). 

Constituye objeto de nuestro estudio, el análisis de las diligencias, trámites y recursos técnicos, así como argumentos de tipo jurídico, adoptados respecto a la ejecución de las obras acometidas en el ámbito de la Orden Militar de Alcántara. Con ello se configura todo un procedimiento que viene a regular el desarrollo de la actividad constructiva promovida por la Orden (3). 

El proceso para la realización de obras de carácter oficial o institucional en cualquier edificio de la Orden de Alcántara se abría por iniciativa del comendador o el alcaide a través de una petición dirigida al Consejo de las Órdenes o al Rey directamente, como su Administrador Perpetuo (desde tiempos de los Reyes Católicos). Esta petición se reforzaba con la evaluación de desperfectos, en el caso de obra de restauración, o planteando las correspondientes necesidades, para las obras de nueva planta. 

A través de una Provisión Real se abría una fase de información, pues el Consejo de las Órdenes, en nombre del monarca, notificaba al Gobernador del Partido, generalmente, sobre el contenido de la petición formulada, al mismo tiempo que se le encargaba la correspondiente información y tasación oficiales. 

Conocemos gran cantidad de documentos de este tipo, todos los cuales, ya sean informes o tasaciones, nos descubren con detalle el estado de los respectivos edificios con anterioridad a la realización de las posibles obras, concretando la cuantía de los desperfectos y, a veces, cuando se trataba de tasaciones, el presupuesto estimado para su reparación, incluyendo en ocasiones las soluciones técnicas más adecuadas. 

La información técnica y tasación solía ser encargada al Maestro Mayor de la Orden, aunque frecuentemente, dadas las muchas ocupaciones de éste, se recurría a otros maestros próximos a la Institución, algunos de los cuales trabajaban simultáneamente como “contratistas”. 

Esta fase previa a la obra queda bien reflejada en algunos documentos aquí presentados, como tendremos ocasión de apreciar enseguida. 

Se inician las diligencias definitivas tras la aprobación de la tasación previa. Entonces se encargan las condiciones y las trazas a través de la correspondiente Provisión Real. Preferentemente éstas se le pedían al maestro mayor, aunque frecuentemente se hacía a otros maestros, sobre todo cuando la obra prevista era de moderada cuantía y envergadura. 

Desde este punto el proceso de contratación de obras estaba perfectamente establecido, más desde 1552 que, con ocasión de la celebración del Capítulo General de la Orden, en Madrid, se toma el siguiente acuerdo: 

“ ... q. las obras se den a destajo, y se haga traça dellas, y aya condiciones y se pregonen, y remate. y los officiales en quien ansi se remataren den fianças de hazer la labor conforme al remate…”(4). 

Así, vemos cómo además de incluir el proceso, ya conocido, de redactar condiciones y hacer trazas, se especifican las fases siguientes sobre pregones, remate y fianzas. 

Redactadas las condiciones y tasación era preciso adjudicar la obra al contratista correspondiente, para ello se efectuaba una ronda de pregones con los que se hacía pública la convocatoria. Estos pregones anunciaban en la localidad donde se emplazaba la obra y en las “villas comarcanas”, solía decirse que tal pregón tenía por finalidad «saber sy ay alguna persona o personas maestros de semejantes obras y edifiçios que los quyera tomar a hazer a destajo...” 

En el pregón se incluía la convocatoria y plazo establecido para conocer las condiciones, el cual generalmente tenía una duración de treinta días. 

En esta misma convocatoria se fijaba el día señalado para la adjudicación definitiva. Era la llamada fase de remate, la cual se efectuaba en subasta pública, a la baja. Cada contratista o maestro de obras hacía una determinada “postura” u oferta, sucediéndose las “bajas” o posturas a más bajo precio, hasta que no hubiera más intervenciones, en cuyo caso se adjudicaba o remataba la obra "... en la persona o personas que en mas baxos preçios los pusyeren conque sean maestros de las dichas obras e rreparos e no de otra manera”. 

Al contratar la obra, el maestro adjudicatario debía ofrecer las fianzas exigidas, consistentes en hacer entrega del escrito de un fiador o fiadores solventes, los cuales respondían ante la administración en caso de incumplimiento de las condiciones, haciendo, si era necesario, la obra a su propia costa, tal y como se estableció en el Capítulo General de la Orden, celebrado en Madrid en 1552: "... den fianças de hazer la labor conforme al rremate... mandamos que dadas las fianças llanas y abonadas q hara las tales obras... “(5). 

Esta obligatoriedad se traducía de forma concreta en las condiciones con fórmulas como ésta: "... rrezibais obligaçiol e fianças bastantes de vecinos de la tierra de la dicha orden que juntamente e de mancomun se obligen en hacer los dichos rreparos conforme a la traça e condiciones…”. 

En cuanto a la realización del trabajo, efectuadas las diligencias ya expuestas, hemos de decir que se acometía conforme a lo establecido en las condiciones o proyecto, los cuales, como veremos, son bien explícitos, tanto en lo concerniente a los aspectos técnicos como a los de carácter administrativo. 

Todos los casos que hemos visto se regulaban por el sistema de destajo, aunque se fijaba un plazo máximo, el cual no debía superarse sin penalización. Se indicaba una fecha determinada como límite para la conclusión de la obra, o bien se señalaba un período de tiempo a partir de la recepción de la primera paga. Si no se terminaba a tiempo podía penalizarse por cada día de demora, o incluso reteniendo una cantidad de la paga siguiente, o recurriendo a la terminación de la obra a costa de los fiadores, según los casos. Las diversas fórmulas se incluían frecuentemente en las condiciones, por lo que tendremos ocasión de ver algunos ejemplos. 

Las pagas se hacían en plazos previamente establecidos. El número de estas pagas era variable, dependiendo del montante total de la obra, generalmente eran cuatro entregas: la primera cuando se hubieran acarreado los materiales al pie de la obra; el segundo cuarto se abonaba cuando comenzaba la construcción; el tercer cuarto era costumbre pagarse cuando la obra estaba por la mitad, y el último cuarto cuando la obra estuviera acabada y “dada por buena”, es decir: visitada o “recibida”, en este caso por el maestro mayor o por la administración de justicia. 

Además de visitarse la obra al finalizar, como hemos visto, para poder darse por acabada y por buena, se efectuaba un seguimiento puntual y continuo durante el transcurso de la misma. Casi siempre se hacía un reconocimiento antes de aplicar la paga siguiente, al objeto de comprobar la realización de la correspondiente fase de trabajo. El encargado era un técnico, bien el maestro mayor -dependiendo de la categoría de la obra- o en su defecto otro maestro nombrado para tal fin. 

Ocasionalmente, durante el desarrollo de las obras, se podía presentar la necesidad de una obra nueva o no prevista, era lo que llamaban con el nombre de mejora. Esto podía suscitarse a propuesta del maestro adjudicatario o bien por iniciativa del maestro mayor o de otro maestro 

que visitase las obras como inspector. Generalmente, para atender estas nuevas necesidades se iniciaba un proceso similar al primero, el cual, como en el primer caso, era generalmente dilatado en el tiempo. 

Toda esta normativa y procedimiento económico-administrativo era sistemáticamente aplicado, aunque hay que reconocer que no siempre cumplido con la fidelidad que la ley obliga, por lo que se producían multitud de conflictos legales y pleitos, hasta el extremo que la mayoría de los documentos expuestos en este libro (*) proceden de otros tantos pleitos y procesos judiciales, establecidos por incumplimiento de una u otra parte, y se encuentran muy bien catalogados en el Archivo Histórico Nacional de Madrid (6). Tampoco son infrecuentes los incumplimientos de 

la administración, en este caso la Orden de Alcántara, baste decir que, aunque no es ahora el caso exponer, disponemos de múltiples cartas y escritos de diversos maestros, solicitando a la Orden las pagas atrasadas que se les adeudaban, a veces bastantes años después de terminadas las obras. 


LOS ARTÍFICES: ARQUlTECTOS Y MAESTROS 

Incluimos en este libro (*) diversos trabajos de más de treinta maestros, autores de las correspondientes condiciones, tasaciones o informes, sobre obras en el territorio de la Orden de Alcántara durante el siglo XVI. 

El término “maestro” es, precisamente, el más utilizado para referirse al concepto genérico de “arquitecto” usado en la actualidad. Bien es cierto que, cuando se emplea este concepto en el siglo XVI -ya sea el más frecuente de "maestro”, o el más raro de “arquitecto”- se incluye tanto al técnico que proyecta como al artífice que ejecuta una obra en forma de adjudicatario o contratista, pues en la realidad resulta ser una misma persona, la cual interviene indistintamente en una u otra función. 

Como decimos, raramente aparece el título de arquitecto. En la documentación que hemos manejado sólo hemos encontrado con esta denominación a Manuel Álvarez Barvosa, del que se dice que es un arquitecto de Madrid, el cual, como veremos, a mediados del siglo XVI elabora las condiciones y trazas de una importantísima actuación en el castillo de Herrera de Alcántara, ya desaparecido. 

En el mayor número de casos suele hablarse de maestro de obras, en otras ocasiones se define la modalidad o especialización concreta, como maestro de cantería, albañilería, carpintería, etc., simultánea o separadamente, según los casos. Casi siempre el calificativo de maestro está presente en la titulación; en muy pocos casos se citan estos artífices sin esa categoría, simplemente como cantero, albañil, por ejemplo. Entre otras cosas, porque aquí incluimos alarifes que en algún momento la Orden les hizo el encargo de redactar condiciones o informes técnicos, y eso requería una cualificación relativamente destacada, cuando no muy sobresaliente. 

Algunos de los aquí incluidos figuran con la máxima categoría técnico-administrativa que puede exigirse, ésta es la de maestro mayor, lo cual les supone una destacada cualificación profesional, por ser autores de proyectos de gran envergadura, así como elevada responsabilidad por ser siempre quienes decidían sobre el acabado de todas las obras adjudicadas por la Institución. Los maestros mayores que recogemos en este trabajo son algunos de los más importantes que actúan en el siglo XVI en Extremadura, en realidad son todos menos los que actúan en el primer cuarto de siglo. Así podremos ver proyectos realizados por Pedro de Ybarra, Sebastián de Aguirre, Juan Bravo y Gaspar López, con el que ya nos adentramos en el siglo XVII. 

También incluimos a Juan de Orellana, que actúa paralelamente en el Partido o Comarca de La Serena con el título de “maestro mayor de las obras de arquitectura desta provincia”. En esta misma jurisdicción sabemos que interviene un maestro llamado Hernando Laso, quien entre 1524 y 1529, al menos, aparece con el cargo de “obrero de las obras de las posesiones y fortalezas de La Serena”, aunque no le incluimos aquí porque no conocemos ningún trabajo técnico. 

Con el maestro mayor trabaja en alguna ocasión otro técnico cualificado que ya en el siglo XVI es citado con el nombre de aparejador. No es muy frecuente, en todo caso. En la documentación se pone de manifiesto que la figura del aparejador suele estar presente cuando se trata de dirigir la obra “in situ", siempre que ésta sea de considerable importancia y, por supuesto, el autor del proyecto sea de elevada categoría y prestigio profesional, lo que ocurre con el maestro mayor Pedro de Ybarra, quien durante muchos años tiene como aparejador en las obras de la Conventual de San Benito, en Alcántara, a Sebastián de Aguirre, que más tarde será también maestro mayor; o el mismo Ybarra en la iglesia parroquial de Logrosán, con quien actúa como aparejador Francisco Hernández Cantero. 

Anotamos seguidamente algunos datos sobre cada uno de los artífices (7), de quienes hemos incluido documentos en este libro (*). Téngase en cuenta que aquí se recogen condiciones, tasaciones e informes, solicitados por la Orden de Alcántara. Unas veces son maestros de gran relevancia, y también las obras que se les encargó proyectar, y otras veces son artífices modestos, o de reducida envergadura el proyecto solicitado. Uno y otro nos interesa, pues con ambos puede definirse mejor el tipo de funcionamiento y dinámica desarrollada en la arquitectura del tiempo y ámbito que nos ocupa. 

Sebastián de Aguirre 

Se conoce su actividad desde mediados del siglo XVI hasta 1575 que fallece, figurando como residente en Alcántara. En 1550 se le cita como aparejador en las obras del Convento de San Benito, en Alcántara, a las órdenes de Pedro de Ybarra, con quien colaboró durante cerca de veinte años en diversos trabajos. Precisamente le sustituyó a su muerte al frente de las responsabilidades de arquitecto mayor de la Orden en 1570, permaneciendo en el cargo hasta 1575, fecha de su propio fallecimiento. 

Los primeros trabajos que se le conocen son como contratista, pues en 1544 aparece trabajando en la iglesia parroquial de Casar de Cáceres, y más tarde en el castillo de Piedrabuena y en la iglesia de Malpartida de Cáceres, así como en la fortaleza de Valencia de Alcántara, entre otras. 

Como Maestro Mayor estará relacionado con el castillo de Peñafiel, y con las iglesias parroquiales de Ceclavín, Alcántara y Zarza la Mayor. 

Se incluyen aquí sus informes y tasaciones respecto a los castillos de Peñafiel y Piedrabuena, en los que estuvo acompañado por otros maestros. 

Francisco Alguacil 

Se conocen con este nombre dos maestros, padre e hijo. En este caso nos referimos al padre, Francisco Alguacil “El Viejo”. Aparece nombrado en la documentación como maestro albañil, avecindado en Villanueva de la Serena, trabajando diversas veces en el vecino castillo de Castilnovo. Entre las muchas intervenciones técnicas y constructivas que desarrolla durante la segunda mitad del siglo XVI, en este castillo, seleccionamos dos para ilustrar su trabajo. 

Manuel Álvarez Barvosa 

Como se ha dicho, es éste un artífice avecindado en Madrid, a quien se cita como arquitecto. Actúa como tracista redactando condiciones para la fortaleza de Herrera de Alcántara -ya desaparecida- en 1567. Es ésta una obra importante que trae consigo la casi completa remodelación de la fortaleza, edificio con el cual ya estaba relacionado el mismo arquitecto, pues entre 1566 y 1569 había ejecutado ciertas obras, en este caso como contratista. 

Juan Bravo 

Es éste uno de los artífices más destacados en su tiempo. Nació en Brozas, hacia el año 1532, falleciendo en 1596, cuando ostentaba el título de maestro mayor de la Orden, cargo que ocupó desde 1575. La misma categoría profesional poseía desde 1570 en el ámbito del Obispado de la Diócesis de Coria. 

El último tercio del siglo XVI está cuajado de trabajos suyos en Extremadura, tanto en edificios religiosos como militares y civiles; desde iglesias en Brozas, Valencia de Alcántara, Cilleros, Zarza la Mayor, Gata, etc., hasta la misma catedral de Coria. 

Igualmente, fue prolífica su intervención en numerosos castillos y casas de encomienda de la Orden alcantarina, pudiendo citarse las tasaciones y condiciones de obras para las fortalezas de Mayorga, Valencia de Alcántara, Piedrabuena, Brozas, etc., así como para las casas de encomienda de Moraleja, o para la encomienda mayor en la misma fortaleza de Brozas. 

Presentamos en este libro (*) sus condiciones para Piedrabuena y Mayorga, así como los amplios y detalladísimos proyectos para la fortaleza y los edificios civiles de la encomienda de Brozas. 

Juan Cantero 

Figura este artífice como cantero, avecindado en Brozas por los años cuarenta del siglo XVI. En 1545 la Orden le encarga las condiciones de ciertas obras en la fortaleza de Azagala, y en la de Valencia de Alcántara, que realiza con otros maestros, las cuales incluimos en este trabajo. Se da el caso, poco frecuente, que al mismo maestro le sería encargada en 1549 la ejecución de su propio proyecto de Azagala, aunque hay que advertir que era una obra de escasa cuantía, sólo 165.000 maravedís. 

Hay que señalar que conocemos un oficial de obras y maestro de carpintería de igual filiación, aunque su cronología es posterior, finales del siglo XVI y comienzos del XVII, también figura como vecino de Brozas, por lo que debe ser descendiente de éste, aunque no le citamos expresamente por no incluir ningún trabajo de su autoría en este libro (*). 

Diego Castañeda 

Nació hacia 1511, figurando siempre como avecindado en Alcántara. Es uno de los casos de artífice polifacético, pues aparece citado indistinta o simultáneamente como maestro de cantería, albañilería y carpintería. 

En su trayectoria profesional se alternan las actuaciones como perito, informando sobre diversas obras y tasando necesidades de otras, junto a las actuaciones como maestro constructor. En el primer campo conocemos sus informes y tasaciones sobre Mayorga en 1545, Valencia de Alcántara en 1569, Mayorga en 1570, entre otras. Precisamente acompañamos una de sus tasaciones e informes en este castillo de Mayorga, como ejemplo de sus trabajos técnicos, en este caso realizado con Juan Bravo. 

Como contratista, está constatada su intervención en el castillo de Almenara en 1551, en este caso como carpintero, en el de Mayorga lo hace en 1561, y en el de Piedrabuena en 1562. Su última obra conocida se centra en esta misma fortaleza de Mayorga, durante los años 1572 y 1573. 

Antonio Cid 

Maestro de obras que con Juan Gil informa sobre la fortaleza y encomienda de Moraleja en 1597. 

José Cid 

Este maestro de obras formará parte del equipo que, con Pedro de Ybarra, Sebastián de Aguirre y otros, realizan un trabajo de tasación de obras en la fortaleza de Piedrabuena en 1567. 

Alonso Durán 

Como maestro de cantería, figura avecindado en Valencia de Alcántara. Se incluye en este libro (*) su trabajo de tasación de ciertas obras en la fortaleza de Piedrabuena, formando parte de un equipo con Pedro de Ybarra, Sebastián de Aguirre, y otros, en 1567. 

Durante esta década, este Durán ejecutó diversas actuaciones en la misma fortaleza de Piedrabuena, dándose el caso trágico de producirse su muerte en accidente de trabajo en 1568, al caer de la escalera de la torre del homenaje, la cual tenía quitados casi todos los pasos, según hemos podido leer en otros documentos salidos de la mano del maestro mayor Juan Bravo en 1593. 

Vicente Esteban 

Conocemos a este maestro de obras sólo por su actuación, junto a Francisco Alguacil, en 1560, redactando las trazas y condiciones de unas obras para la fortaleza de Castilnovo. 

Rodrigo Gallego 

Sólo sabemos que se trata de un maestro de cantería que en 1585 hace, con Juan Bravo, las condiciones de una obra en la fortaleza de Mayorga, las cuales se incluyen en este libro (*). 

Francisco García 

A mediados del siglo XVI se encuentra avecindado en Galisteo, citándose como maestro de cantería y albañilería. Sólo conocemos su intervención con Pedro de Ybarra en Portezuelo, donde en 1549 hacen determinada información sobre el estado en el que se encontraba la fortaleza. 

Juan Gil 

Encontramos a este maestro de obras avecindado en Moraleja a finales del siglo XVI, donde realiza diversos trabajos. Incluimos aquí la tasación e información sobre obras necesarias en las casas de la encomienda y en la fortaleza de Moraleja, realizada en 1597 con Antonio Cid. 

Juan Gómez 

Se le citan sucesivamente las residencias en Campanario y Cabeza del Buey, datándose sus intervenciones en las últimas décadas del siglo XVI. Aparece como maestro de albañilería y cantería. Conocemos sus trabajos técnicos para la fortaleza de Almorchón, en los años 1587 y 1590, el primero de los cuales se acompaña en este libro (*). 

Asimismo, sabemos que ejecutó una importante y cuantiosa obra en el castillo de Zalamea de la Serena, la cual le fue adjudicada en cerca de 1.300.000 maravedís, cifra muy alta para su época y zona geográfica. 

Alonso Hernández Acosta 

Conocemos sus obras de finales del siglo XVI y primer cuarto del XVII. Se le suele citar como avecindado en Alcántara, con el título de maestro de cantería y albañil. Además de las obras ejecutadas como contratista en la casa de encomienda de Moraleja, en 1597, y las de la fortaleza de Alcántara, en 1621, sabemos que se encargó de hacer tasación y condiciones, en 1618, para esta última fortaleza de Alcántara. 

Asensio Hernández 

Avecindado en Alburquerque, desde donde, como maestro de obras, acude en los años 1556 y 1557 al castillo de Mayorga para hacer varios trabajos técnicos para la Orden de Alcántara, primero inspeccionando las obras que entonces se realizaban en el lugar y, luego, tasando otras que se proyectan con Lope de la Hordieta, y cuyo documento presentamos aquí (*). 

Francisco Hernández Cantero 

Se conocen con esta filiación varios maestros, también con similar cronología, lo que dificulta su identificación exacta. En este caso nos referimos al cantero, avecindado en Brozas, con diversos trabajos en la segunda mitad del siglo XVI, citado a veces con el sobrenombre de “El mozo”. 

Con Juan Cantero, posiblemente pariente suyo, trabajará en las condiciones de obras de las fortalezas de Azagala y Valencia de Alcántara, en 1545, realizadas con otros maestros e incluidas en este libro (*). 

Puede ser este mismo el que interviene como aparejador, junto a Pedro de Ybarra, en la parroquia de Logrosán, en 1562; y más tarde en la iglesia parroquial de Acebo, ya en 1581. 

Alonso Hidalgo 

Nos referimos a un maestro de carpintería y albañilería, vecino de Alcántara, que en 1552 realiza varias obras en el castillo de Portezuelo. 

La intervención más interesante bajo el punto de vista técnico es el recorrido que efectúa a lo largo del año 1544, por casi todas las fortalezas del Partido de Alcántara, informando con otros maestros sobre el estado de conservación de las mismas. Incluimos el informe y condiciones para la fortaleza de Valencia de Alcántara. 

Lope de la Hordieta 

Muy activo en el tercer cuarto del siglo XVI, avecindado en Alcántara y citado como maestro de obras y maestro de cantería, indistintamente. 

Los trabajos más antiguos que conocemos de este maestro son las condiciones redactadas para las fortalezas de Azagala, Mayorga, Valencia de Alcántara y Portezuelo, acompañado por otros maestros, en 1544 -algunas incluidas aquí-. A finales de los años cincuenta realiza nuevas condiciones y tasaciones para diversas obras que se precisaba realizar en estos mismos emplazamientos y, mientras tanto, le son adjudicados algunos trabajos en los mismos, en este caso como contratista. 

Desde 1567 hasta 1571 se le encuentra actuando plenamente para la Orden de Alcántara como técnico, tasando obras necesarias, haciendo condiciones o inspeccionando trabajos adjudicados a otros maestros, siendo frecuentes sus relaciones con las fortalezas de Piedrabuena, Valencia de Alcántara y Mayorga. 

Domingo López 

Trabaja como maestro de cantería en varias actuaciones acometidas en la fortaleza de Brozas. Su intervención técnica más importante es la realización, con Juan Bravo, de las condiciones de unas importantísimas obras redactadas en 1593 para los encasamentos y edificios residenciales de esta misma fortaleza. 

Gaspar López 

Conocemos de su actividad entre los años 1534 y 1550, época en la que figura avecindado en la villa de Alcántara, desde donde realizará diversos trabajos, como oficial y maestro de cantería y albañilería, para la Orden de Alcántara, algunos de los cuales de carácter pericial, informando o tasando sobre desperfectos y necesidades de obras en varias fortalezas, como hace en la de Eljas en 1534. 

Similar cometido desempeñará de manera extensiva en 1544, ahora respecto a los castillos de Piedrabuena, Valencia de Alcántara, Azagala, Mayorga, Alcántara, Santibáñez el Alto, Portezuelo y, nuevamente, Eljas, casi todas ellas incluidas en este libro (*). 

Pero Gaspar López no sólo interviene como técnico elaborando informes para la Orden, también ejerce la profesión libre de contratista-constructor, como suele ser común en otros muchos maestros. Durante los años 1548 al 1550 llevará a cabo la construcción de la barbacana proyectada por Pedro de Ybarra para el castillo de Peñafiel (Zarza la Mayor), la cual sabemos que le fue adjudicada por un importe de 800.000 maravedís. También haría otros importantes trabajos en el castillo de Portezuelo, entre 1550 y 1553. 

Algunos de los informes que realizó este maestro se incluyen en este libro (*), al igual que los proyectos y condiciones de las obras que él ejecutó como contratista. 

Gaspar López 

También nos ocupamos de este maestro de cantería, quizá descendiente del anterior. Trabaja a finales del siglo XVI y comienzos del XVII, ostentando en esta última centuria del cargo de maestro mayor. Desde 1604 está vinculado a las obras realizadas en las iglesias parroquiales de Valencia de Alcántara y Cilleros, mientras que en 1609 y 1610 le encontramos realizando diversos trabajos técnicos para las fortalezas de Magacela y Valencia de Alcántara. 

Aunque superamos el siglo XVI que determina cronológicamente el título de este libro (*), recogemos aquí su informe sobre Magacela, de 1609. 

Hernando Moreno 

Es el fundador de una prolífica familia de canteros y alarifes. Este es citado como maestro de cantería y albañilería, avecindado en Alcántara. Nació hacia 1485, muriendo en el mes de agosto de 1557. Tuvo varios hijos que siguieron su mismo oficio, aunque la mayoría de ellos en trabajos de contratista. 

Sin embargo, Hernando actuó como técnico, acompañado de otros maestros, haciendo varios informes y condiciones de obras en 1544, entre las que pueden citarse los de las fortalezas de Herrera de Alcántara, Portezuelo, Mayorga, Azagala y Valencia de Alcántara. 

Pedro Moreno 

Este Pedro es hijo de Hernando Moreno anotado anteriormente. Aparece citado en 1564, como maestro de cantería y albañilería, junto con Pedro de Ybarra y Alonso Pérez, realizando información y tasación de las obras necesarias en el castillo de Portezuelo. 

Duarte Muñoz 

Actúa a finales del siglo XVI y comienzos del siguiente en la comarca de La Serena, se le cita como maestro de cantería avecindado en Villanueva de la Serena. En 1574 inspecciona la fortaleza de Benquerencia para informar sobre las obras que entonces se realizaban allí. En 1594 hace trazas y condiciones para el castillo de Zalamea las cuales incluimos aquí. Más tarde, entre 1615 y 1619, ejecuta varios informes de tipo técnico y pericial respecto a diversas obras que entonces se realizaban en Magacela. 

Juan de Orellana 

También figura este maestro de obras y de cantería avecindado en Villanueva de la Serena. Precisamente, en esta comarca o “Partido” ocupará el cargo de “maestro mayor de las obras de arquitectura desta provincia”, con cuya titulación aparece citado al menos en 1597. Este mismo año realiza varios informes, tasaciones y las condiciones de varias obras para la fortaleza vecina de Castilnovo. Anteriormente había intervenido como maestro adjudicatario en otras obras del castillo de Magacela. 

Alonso Pérez 

Además de pequeños trabajos como contratista, este maestro de cantería y albañilería, avecindado en Alcántara, intervendrá con Pedro de Ybarra y Pedro Moreno en la redacción de varios informes y tasaciones respecto del castillo de Portezuelo en 1564. 

Pedro de la Puente 

Es éste un artífice foráneo, vecino de Ciudad Rodrigo, que viene citado como maestro de cantería y albañilería. En 1534 y 1545 estará haciendo informe sobre los reparos necesarios en el castillo de Eljas, en las dos ocasiones con Gaspar López. En 1550 está trabajando en la provincia de Salamanca. 

Pedro Rodríguez 

Se le cita con la categoría de albañil y cantero, pese a lo cual interviene con Francisco Alguacil, en 1556, redactando las condiciones de ciertas obras en la fortaleza de Castilnovo, situada junto a Villanueva de la Serena, lugar de su avecindamiento. En la misma fortaleza hará varias obras como contratista y otras actuaciones periciales, todas en la década de los años sesenta. 

Alonso Suárez 

Sólo sabemos que con Juan Gómez realiza una tasación para calcular los reparos necesarios en el castillo de Almorchón, en 1587. Aparece citado como maestro de obras. 

Pedro Villegas 

Vecino de Alcántara, maestro de obras muy activo en el tercer cuarto del siglo XVI, con obras en Portezuelo, Zarza la Mayor, etc., como contratista. Además, ejecuta algunos trabajos periciales para la Orden de Alcántara, destacando la tasación de los trabajos necesarios en la fortaleza de Mayorga, con Pedro de Ybarra en 1545; así como las condiciones que redacta en 1572 para reparar el castillo de Peñafiel, con Sebastián de Aguirre, las cuales pueden verse en este libro (*). 

Pedro de Ybarra 

Sin duda es este el maestro más cualificado de entre todos los que incluimos en este libro (*), y también el que tiene un trabajo más cuantioso y continuado. No es nuestro objetivo en este caso hacer una biografía, por lo que sólo anotamos algunas consideraciones concretas, siempre en relación con el tema de nuestro estudio acerca de la redacción de proyectos de obras, lo que se viene llamando con el nombre de “condiciones”. 

Tenemos documentados diversidad de trabajos, casi ininterrumpidamente, desde 1544 hasta su muerte en 1570, período en el que figura como maestro mayor, tanto del territorio de la Orden Militar de Alcántara como de la Diócesis de Coria, además de algunas intervenciones en la jurisdicción del de Plasencia. Se le localiza como avecindado en Alcántara, fundamentalmente, aunque también estará en Coria durante largas etapas. 

Pedro de Ybarra procede de Salamanca, donde nació hacia 1510. Se cree que fue hijo de Juan de Álava, destacado arquitecto que interviene en la construcción de la catedral salmantina, por lo que con él entran en la Alta Extremadura las más frescas y renovadas corrientes del renacimiento castellano, lo cual se acusará en algunos de los más destacados proyectos donde interviene, como en la catedral de Coria, el Conventual de San Benito, etc., entre los edificios monumentales más sobresalientes, además de en infinidad de inmuebles de tipo religioso, civil o militar, pudiéndose contabilizar iglesias parroquiales como la de Santa María de Cáceres, las de Acebo, Casar de Cáceres, Cilleros, Zarza la Mayor, Torre de don Miguel, San Mateo de Cáceres, Santa María de Brozas, la de Logrosán, etc., así como en prácticamente todos los castillos y fortalezas del Partido de Alcántara, al igual que en un buen número de casas de encomienda. 

En este libro (*) exponemos varios de los trabajos proyectados para las fortalezas de Almenara, Herrera de Alcántara, Mayorga, Peñafiel, Piedrabuena, Portezuelo, Santibáñez el Alto y Valencia de Alcántara. 

Hemos procurado elegir los más significativos en los diversos aspectos, tanto por su importancia como por reflejar el trabajo más cotidiano. Por ello se incluyen condiciones de obras destacadas, algunas con trazas, tasaciones, informes, etc.; todo ello para ilustrar el propio trabajo del maestro, así como el genérico del oficio de técnico en arquitectura para la Orden de Alcántara, a lo largo del siglo XVl. 


RESEÑA DEL LIBRO. INTRODUCCIÓN (*) 

Con los documentos históricos que se incluyen en este libro (*) pretendemos adentrarnos en lo más íntimo de la arquitectura, con el deseo de profundizar hasta lo más humano de su autor, tanto el arquitecto que trazó y diseñó como el maestro o alarife que ejecutó la obra. 

Son 55 documentos los que aquí se contienen (*). Se refieren a condiciones o proyectos de obras, además de algunas tasaciones o presupuestos, así como a varios informes periciales. A través de su lectura es mucha la información que se aporta respecto al funcionamiento de la arquitectura como actividad profesional y técnica, además de poner de manifiesto la cualificación individual de cada uno de los artífices como tracista o diseñador. 

Los trabajos corresponden a la actividad de 36 maestros del siglo XVI, todos los cuales, en este caso, realizan su cometido en el ámbito territorial de Extremadura por encargo directo de la Orden de Alcántara. 

Tendremos ocasión de exponer cómo esta orden militar se regía por unos criterios y procedimientos preestablecidos, perfectamente estipulados en cuanto a la dinámica de su política arquitectónica. Por ello incluimos una síntesis que resume estos aspectos generales, es decir, lo concerniente a los sistemas de contratación de obras, encargos de proyectos, competencias, relaciones del arquitecto con las instituciones, etcétera. 

Nos hemos ceñido a los trabajos sobre edificios de carácter civil o militar, es decir, casas de encomienda, fortalezas o castillos, por ser éstos competencia exclusiva de la Orden y, por tanto, sin interferencia con otras instituciones que pudieran contar con una normativa diferente. 

En lo concerniente al ámbito geográfico de la comunidad de Extremadura, hemos de precisar que nos referimos a edificios y artífices de dos zonas bien distanciadas y diferenciadas, por una parte, el antiguo Partido de Alcántara, que afecta a la mitad occidental de la actual provincia de Cáceres y el ángulo noroccidental de la de Badajoz; además del llamado Partido de La Serena, el cual se corresponde actualmente con la comarca del mismo nombre en la parte oriental de la provincia de Badajoz. 

Sobre cada uno de los maestros o autores que estudiamos, incluimos unas breves líneas para que nos informen de su obra en conjunto. Asimismo, se presenta un resumen de cada uno de los elementos arquitectónicos que se citan, con sus fotografías y croquis. Sin embargo, hemos de advertir que nuestro interés se central en el propio documento, es decir, en el texto redactado por cada uno de los maestros, a través de los cuales se evidencia el diseño personal del arquitecto, su criterio sobre la arquitectura, tanto bajo el punto de vista técnico como artístico, así como un buen número de aspectos de orden administrativo o doméstico que desvelan los entresijos de la actividad como oficio y profesión (1). 

En cuanto al aspecto metodológico, manifestamos que presentamos la transcripción de estos documentos con la grafía del castellano moderno, sin embargo, conservamos fielmente la ortografía original y no incluimos signos de puntuación cuando éstos no aparecen en los manuscritos. La lectura de los mismos resultará fácil enseguida, incluso estaremos más cerca de la mentalidad de sus autores al conducirnos con el lenguaje y los giros que ellos mismos emplearon; la posible dificultad que acarrea el uso de vocablos o términos sin uso actual puede quedar solventada con el glosario que incluimos al final (*). 


NOTAS 

(*) Se refiere a la obra completa. En esta web sólo se ha incluido un extracto del libro. 

(1) Todos estos documentos han sido consultados en el Archivo Histórico Nacional, Madrid, Sección de Ordenes Militares, Archivo Judicial de la Orden de Alcántara. En cada uno de los textos anotamos la referencia concreta. 

(2) Vid.: Diffinitiones de la Orden y Cavalleria de Alcantara, Madrid, 1569; Difiniciones y establecimiento de la Orden y Cavalleria de Alcántara, Madrid, 1609; NAVAREÑO MATEOS, Antonio: Arquitectura Militar de la Orden de Alcántara en Extremadura, pp. 26 Y 27, Salamanca, 1987. 

(3) Los aspectos de tipo financiero pueden verse en: MARÍAS, Fernando: “El problema del arquitecto en la España del siglo XVI”, Academia, nº 48,1979. NAVAREÑO MATEOS, Antonio: “Organización administrativa y financiera de las obras en las fortalezas de la Orden de Alcántara”, Actas del Simposio “El arte y las órdenes militares”, Cáceres, 1985. Otros aspectos de tipo profesional y sociológico del artista han sido estudiados por: MARTIN GONZÁLEZ, Juan José: El artista en la sociedad española del siglo XVIl, Madrid, 1984; PORTABALES, A.: Maestros mayores, arquitectos y aparejadores de El Escorial, Madrid, 1952. 

(4) Diffinitiones…, 1569, tílulo XXV, cap. 12, p. 107/v. 

(5) Diffinitiones…, 1569, tílulo XXV, cap. 12, p. 107/v. 

(6) Todo este material está integrado en la actualidad en la Sección de Órdenes Militares, formando el llamado “Archivo Judicial”. 

(7) Aunque aquí sólo presentamos datos muy señalados sobre estos maestros, los relacionados con sus trabajos técnicos, puede consultarse información más detallada sobre todos ellos en nuestro libro: Aportaciones a la Historia de la Arquitectura en Extremadura: Repertorio de artistas y léxico de alarifes, Cáceres, 1988. Muchos de estos artífices también trabajan en el obispado de Coria: Véase SÁNCHEZ LOMBA. Francisco M.: Iglesias caurienses del milquinientos, Institución Cultural “El Brocense”, Cáceres. 

Otros autores se han ocupado del estudio de algunos de éstos, destacando entre los de aspectos monográficos a ANDRES ORDAX, Salvador: “El castillo de la Encomienda de Piedrabuena (Badajoz) de la Orden de Alcántara”, Actas del I Simposio sobre castillos de la Raya entre Portugal y España (Madrid, 1984), p. 7 y ss.; SÁNCHEZ LOMBA. Francisco M.: “La iglesia parroquial de Malpartida de Cáceres”. Norba I (Cáceres. 1980); “La Casa de la Encomienda Mayor de Brozas. Dibujos de Juan Bravo”, Memorias de la Real Academia de Extremadura, I (Trujillo, 1983); “Pedro de Ybarra y la Casa de la Encomienda de Santibáñez en la villa de Cadalso”, Alcántara, 3ª época, nº 1 (Cáceres 1984); “Algunas observaciones sobre Maestros Mayores de la Orden de Alcántara”, El Arte y las órdenes militares (Cáceres, 1985); SOLÍS RODRlGUEZ, Carmelo: “Pedro de Ybarra y la iglesia parroquial de San Mateo de Logrosán (Aportación documental)”, Actas del VlI Congreso de Estudios Extremeños (Trujillo, 1983); NAVAREÑO MATEOS, Antonio, y SANCHEZ LOMBA, Francisco M.: “Vizcaínos, transmeranos y otros artistas norteños en la Extremadura del siglo XVI". Revista Norba, IX (1989), p. 7 y ss.; “Los Moreno, una familia de canteros del siglo XVI”, Revista Alcántara (Cáceres, 1991).