La demolición de la Enseñanza

En febrero de 2012 se celebró en Cáceres una conferencia magistral de D. Ricardo Senabre, promovida por el Vicerrectorado de Extensión Universitaria de la UEX. Senabre es Catedrático de Universidad (Teoría de la Literatura) y fue destacado desde la Universidad de Salamanca a Cáceres como pilar para la creación de la Universidad de Extremadura en los años 70, en los estudios de Letras. Ha sido profesor de muchos de los actuales profesores de la UEX.

Su conferencia versó sobre la “demolición de la enseñanza” un tema tabú del que pocos nos atrevemos a opinar en contra de las directrices políticas y de los “pedagogos de salón” que han dirigido la implantación de los planes de estudio vigentes contra la mayoría silenciosa de profesores. Dio las claves del problema: “Con 17 gobiernos hay mucha gente que ha encontrado en la política su forma de vida, pero a esa gente que vive de los votos de los demás, no de su preparación ni de su intelecto, lo que le interesa es que haya ciudadanos dóciles que sean fáciles de convencer. Cuanto menos cultos y menos capaces de analizar lo que les están diciendo, mejor (…) Cada vez que tocan la educación se empeora más”.

Para los docentes que estuvimos allí, que no nos hemos puesto camisetas de colores ni batas cuando hemos visto reducido el sueldo, que “pregonamos en el desierto” de nuestras aulas y que estamos preocupados por el futuro de nuestros alumnos (por la deriva que han tomado los estudios en Secundaria y Universidad); la magistral conferencia de Senabre supuso un desahogo y un respaldo, por su autoridad.

La defensa de un argumento tan complejo, realizada de forma irrefutable y con transparencia por el Profesor, acredita su magistral dominio de la retórica (“arte de bien decir, de dar al lenguaje escrito o hablado eficacia bastante para deleitar, persuadir o conmover”, según el Diccionario de la R.A.E.), de quien está considerado uno de los mejores críticos literarios del español.

Lamentablemente, no es posible reproducir en esta web la conferencia completa, pero sí la entrevista en prensa del día siguiente en El Periódico Extremadura, realizada por el periodista G. Moral y que refleja las ideas básicas de su conferencia.


RICARDO SENABRE, EN UN MOMENTO DE LA ENTREVISTA

Ricardo Senabre:
"Cada vez que los políticos tocan la educación se empeora más".

No pasa un día sin leer un libro de esos que él llama de lectura desinteresada, sobre los que no piensa hacer ni una reseña de una línea aunque su oficio sea ese. "Tengo mucha curiosidad, eso me mantiene vivo y me divierte". Reconoce que siente remordimientos si deja una obra a medias, aunque sea mala. "De todo se quedan posos". Autor de cientos de trabajos de investigación sobre lengua literaria y literatura y de numerosos libros sin considerarse escritor, Ricardo Senabre (Alcoy, 1937) no vino ayer a Extremadura a hablar de Humanidades, sino de educación, de la demolición de la educación.

En la Fundación Caja de Extremadura, en Cáceres, deleitó a sus paisanos extremeños con su retórica locuaz, su exquisito castellano, su buen humor y su experiencia de 48 años y un día -"parece una condena"- como docente, quince de ellos en la UEX, una institución que impulsó desde el Centro Universitario de Cáceres. Es el padre de los estudios de Letras en la región, Hijo Adoptivo de Cáceres y Medalla de Extremadura.

-¿Cómo ha cambiado la enseñanza desde que se licenció en Filología Románica en 1960?
-Si se compara con entonces ha empeorado; con quince años antes de entonces es una caricatura.

-Habla de demolición...
-Completamente. Ha empeorado de una manera terrible en todo; en los conocimientos, en la disposición, en la curiosidad por aprender,... Hace poco todos vimos el veredicto manuscrito de un jurado popular con una caligrafía de escolar, una sintaxis inexistente y unas onerosas faltas de ortografía que si yo las hubiera tenido cuando hice el Ingreso de Bachillerato con 9 años me hubieran echado. A este jurado no le habrían permitido ni empezar la ESO. Por eso hemos ido hacia abajo.

-¿Por qué este empeoramiento?
-Por un conjunto de circunstancias. Nadie está libre de culpa. Los padres han llegado a un punto que creen que sus hijos son intocables y eso no es bueno. En casa hay falta de estímulo. Los niños empiezan a leer imitando a sus padres y hermanos, pero hay hogares en los que no hay ni libros. Luego la sociedad tiene también gran parte de culpa. Ha creído de los pedagogos de salón que el esfuerzo no vale la pena, que las normas son represivas siempre, que la memoria no sirve para nada. Con esas ideas disolventes llegamos a esto: el esfuerzo ya no se valora, ni se exige. Los niños son como de mantequilla.

-Pero hay más culpables...
-Sí. Con 17 gobiernos hay mucha gente que ha encontrado en la política su forma de vida, pero a esa gente que vive de los votos de los demás, no de su preparación ni de su intelecto, lo que le interesa es que haya ciudadanos dóciles que sean fáciles de convencer. Cuanto menos cultos y menos capaces de analizar lo que les están diciendo, mejor. Lo contrario es peligrosísimo porque a los ciudadanos se les quiere convencer con consignas, no con argumentos. Ellos tienen mucha culpa. Cada vez que tocan la educación se empeora más.

-¿Hay solución?
-Sí, poner una bomba y empezar de nuevo (risas). No, es fácil. Mirando a la Universidad, los profesores tienen que ser muy buenos y los alumnos también, por eso hay que hacer una selección. Ni todos pueden ser profesores ni todos pueden ser alumnos. La gente quiere ir a la Universidad y yo quiero saltar dos metros, pero no se me ocurriría porque me faltan condiciones. Hay gente que no tiene ni la capacidad, ni el coeficiente mental suficiente y eso no es un demérito, usted puede hacer otras muchas cosas. Si se seleccionaran bien docentes y alumnos el 90% de los problemas de la educación se resolverían.

-Habla de seleccionar mientras las Letras se quedan sin alumnos...
-Las Letras no tienen buena prensa y los políticos no han facilitado nunca el acceso a ellas. Creen que somos gente problemática, peligrosa, difíciles de convencer. Prefieren poder decir lo que quieren y que cuele porque piensan que como la gente no está acostumbrada a leer discursos complicados. Si hubieran leído bien a Góngora, ¡de qué nos va a engañar un político con cuatro necedades!. No interesan las personas bien formadas en Humanidades.

-Pero a usted sí le interesaron las Letras, ¿cómo empezó?
-Yo no sabría hacer otra cosa. Lo supe desde el primer curso de Universidad. Cuando vi a mi profesor de Filosofía, el mejor catedrático que he oído en mi vida y era extremeño, Eugenio Frutos. Explicaba unas clases magistrales, con un marcado acento extremeño, sin un solo papel delante. Al mes de empezar el curso sabía que eso es lo que tenía que ser yo.

-Y lo consiguió con su trabajo, también desde Extremadura.
-Cuando se creó el Colegio Universitario en Cáceres, adscrito a Salamanca, pensaron que yo era una persona adecuada para ponerlo en marcha. Aquí he estado los 15 años centrales de mi vida, en los que más he trabajado. Aquí tengo anclados casi todos mis mejores recuerdos y he conocido a gente de una integridad, bondad y humanidad como no he visto en otros sitios.

-Ha investigado sobre los grandes escritores, pero también sobre los extremeños, ¿qué les parece?
-Aquí hay escritores de primerísima fila como Gonzalo Hidalgo Bayal, Jorge Márquez y varios más que conozco. Lo que pasa es que es una actividad que a veces se queda un poco encerrada y tienen que conseguir salir fuera más.

-Dicen que es el mejor crítico literario, ¿qué hay que tener?
-Preparación, no puede cualquiera hacer crítica, puesto que no es una glosa de un libro; y honradez, hay que ser absolutamente sincero. Un crítico puede equivocarse, pero no mentir. Tiene que decir lo que de verdad le ha parecido el libro, que no el autor. La gente se equivoca a veces, yo no critico autores, al contrario, les estimo mucho porque en lugar de dedicarse el narcotráfico se dedican a escribir y para mí eso es respetabilísimo.

El Periódico Extremadura.
G. Moral.
24/febrero/2012