Estado del planeamiento urbanístico de los municipios incluidos en el inventario de fortificaciones de estructuras abaluartadas de Extremadura

SALCEDO HERNÁNDEZ, José-Carlos.
Estado del planeamiento urbanístico en los municipios incluidos en el inventario de fortificaciones abaluartadas de Extremadura.
Ponencia presentada en la Jornada "Badajoz, Patrimonio de la Humanidad". Badajoz, 23 de marzo de 2007.

Estudio del estado en el que se encuentra en esta fecha el planeamiento general municipal y el planeamiento de protección del patrimonio, de los municipios que cuentan con fortificaciones abaluartadas en Extremadura.


En la frontera hispano-portuguesa se producen tanto en el s. XVII como a comienzos del s. XVIII multitud de enfrentamientos armados entre los ejércitos de ambos países. Como consecuencia de ello se produce una intensa actividad constructiva que se materializa tanto en la construcción de nuevas fortalezas como en la modernización de las fortalezas preexistentes. 

Las construcciones defensivas que persisten en la actualidad, son estudiadas en el INVENTARIO DE FORTIFICACIONES ABALUARTADAS EN LA FRONTERA HISPANO PORTUGUESA, elaborado por ICOMOS en 2001 para conocer el patrimonio existente con vistas a su posible declaración como itinerario cultural. En la actualidad, cuando el valor patrimonial está fuera de toda duda, es necesario un planteamiento que proponga un proyecto de protección y puesta en valor de las murallas, abordado desde el conjunto de ciudades que conformaron anteriormente la línea de frontera, que debería ser afrontado conjuntamente por Portugal y España.

Cada ciudad no debe ser considerada como un enclave aislado. La realidad de cada núcleo, se comprende en un contexto de frontera. La línea fronteriza que durante muchos siglos ha significado una artificiosa separación, no se corresponde con la identidad común de ambos pueblos. Ahora, cuando la frontera carece de sentido en lo político, hay que potenciar esta tierra que comprende una amplia banda española y portuguesa con una historia común de contraposición, que ha condicionado muchos de los aspectos comunes que la definen, como la despoblación, el aislamiento y la pobreza.

El análisis de las sucesivas murallas de una ciudad es importante para conocer tanto la historia de la primitiva población, como para comprender la estructura urbana de los núcleos actuales. Al estudiarse no una ciudad aislada sino todas las ciudades de la raya extremeño-alentejana, se obtienen datos muy importantes para conocer la dinámica de la frontera.

Los muros medievales, que tuvieron gran sentido defensivo en la Reconquista eran ya inadecuados para la defensa de las ciudades. El desarrollo de la artillería desde el s. XV, con su potencia, precisión de fuego y alcance, y la aparición de los zapadores, hizo evolucionar paralelamente a los recintos defensivos de las ciudades, que se iban perfeccionando a medida que avanzaban las técnicas de ataque.

En los períodos de paz del s. XVI, durante los reinados en España de Carlos V y Felipe II, con Portugal anexionada, la línea de frontera quedaba debilitada y los esfuerzos de España se centraban en la defensa de las costas y de la frontera de los Pirineos. El s. XVII está marcado de nuevo por la guerra, una vez que Portugal se sublevó en lucha por su independencia (la guerra de Restauración se mantuvo entre 1640 y 1668), con diversas operaciones de sitios, asaltos y tomas a ambos lados de la frontera. En aquel momento las circunstancias obligaron al refuerzo de las viejas fortificaciones que no eran ya operativas.

FOTOGRAFÍAS AÉREAS RECIENTES DE VARIOS NÚCLEOS DE POBLACIÓN INVENTARIADOS,
SEÑALANDO LAS FORTIFICACIONES ABALUARTADAS QUE PERMANECEN: ALCÁNTARA, BADAJOZ, OLIVENZA/OLIVENÇA Y MORALEJA.

En esta época hay presencia de ingenieros militares que trabajan tanto en el levantamiento de planos de las fortificaciones existentes como en la realización de nuevos proyectos bien de nueva planta, como en el caso de Badajoz, Olivenza, Moraleja ..., o de reforma, ampliación o adecuación como en el castillo de Alconchel, Alburquerque o Trevejo. Fruto de su estudio se obtienen datos precisos para conocer la dinámica de la frontera y los planteamientos arquitectónicos de la época.

Del análisis de las fortificaciones se demuestra el elevado interés de Portugal por la defensa de la frontera desde la Edad Media, que se mantiene hasta el s. XVIII donde permanecen casi todas las fortalezas medievales, muchas de ellas reforzadas y modernizadas, además de aparecer otras nuevas. Ello se explica por el constante temor a las intenciones españolas por anexionar su territorio. Frente a ello, el interés español es el control del comercio ilegal por la frontera.

Para la mayor parte de los núcleos analizados, las murallas son el patrimonio que identifica y cuenta la historia de cada ciudad y, en su conjunto, la historia de la frontera entre dos países. Constituyen además un esfuerzo cuantioso ya que la muralla moderna ha constituido la mayor inversión constructiva tanto por las dimensiones de las mismas como por su elevado coste. Planificarlas, mover las tierras, levantar los muros, reforzarlos, revestirlos, crear los fosos, terraplenarlos, ejecutar los edificios complementarios y armar las defensas, fueron empresas organizadas, que necesitaron de grandes esfuerzos económicos por parte de los gobiernos de los países y de los propios habitantes de las ciudades, tanto por las aportaciones económicas como por el trabajo no retribuido.

Las fortificaciones estudiadas tienen como finalidad la defensa militar de un territorio de frontera, cuentan con una demarcación de territorio y están emplazadas en posiciones geoestratégicas (pasos de río, puntos en recorridos de invasión, etc).

Los núcleos inventariados por ICOMOS correspondientes a Extremadura son: Alconchel, Olivenza, Badajoz, Alburquerque, Valencia de Alcántara, Alcántara, Moraleja y Trevejo. Mientras que las ciudades de Olivenza, Badajoz, Valencia de Alcántara, Alcántara y Moraleja son/fueron ciudades-máquina de guerra con fortificaciones modernas, proyectadas de nueva planta, los núcleos de los castillos de Alconchel, Alburquerque y Trevejo, son emplazamientos medievales que sufrieron importantes transformaciones en época moderna, recuperando la función defensiva y adaptándola con construcciones de tipo abaluartado a las nuevas formas de la guerra.

Como ocurre en todas las construcciones de ingeniería militar, se trata de obras perfeccionables, es decir, no son proyectadas y construidas de una sola vez sino que se parte de pequeños núcleos fortificados, que van ampliándose, consolidándose, reformándose y adaptándose paulatinamente para dar respuesta a los cambios histórico-políticos de la frontera, van asimilándose las nuevas técnicas de castrametación para la defensa frente a la evolución de las armas de ataque y las técnicas de invasión. Incluso cuando la fortificación se realiza de nueva planta, se suceden posteriormente obras de adaptación. Muchas de ellas se emplazan donde antes existieron fuertes provisionales de tierra y troncos, o simples campamentos.

Salvo excepciones, las ciudades extremeño-alentejanas de frontera que se cuentan en el s. XVII parten de un embrión que se trata de un castillo bajomedieval (cerca almohade y/o castillo cristiano), que ya tuvo papeles de defensa del territorio en la Reconquista. Este elemento, reforzado con otros de fortificación moderna, se consolida y pasa a ser normalmente la ciudadela o elemento de control de la nueva fortaleza abaluartada, que se construye en torno a ella para protegerla y encerrar la ciudad moderna: En el caso de Badajoz, se parte de la alcazaba árabe; en el caso de Alburquerque, del castillo del s. XIII, etc.

En todos los ejemplos estudiados, la forma de la ciudad fortificada es absolutamente "racional", la forma no es arbitraria ni de diseño formal, como a veces se desprende de algunos estudiosos del Arte, sino que es el claro resultado de la constante persecución de una función (la función de defensa del territorio frente al adversario). En esta forma influye también la técnica constructiva adoptada, los materiales autóctonos y los elementos del lugar tales como la topografía, la existencia de pasos, ríos, etc, que protegen de forma natural determinados flancos.

La mayoría de los núcleos estudiados ilustran perfectamente las diferencias entre la muralla medieval y la fortificación abaluartada. La primera se define por un muro sólido y esbelto, con sus torres entre largos y continuos lienzos y en todo caso barbacanas (casi todas desaparecidas) como defensa previa a la muralla.

EVOLUCIÓN DEL SISTEMA DEFENSIVO. DE LAS MURALLAS MEDIEVALES, A LAS FORTIFICACIONES ABALUARTADAS.

En las fortificaciones de la Edad Moderna, la muralla está trazada con quiebros sucesivos, dotada de cuerpos, normalmente pentagonales, que avanzan en ángulo (baluartes), desde los que se hace fuego, posibilitando su forma múltiples líneas de tiro a lo largo de la muralla, buscando alcanzar cualquier punto exterior a la cerca, o bien las cortinas, o tramos de muralla entre baluartes.

La muralla tiene otros elementos como el foso, cuyo perímetro queda definido por la escarpa y por la contraescarpa, o muro en talud que lo limita por el exterior. Sobre ella existe un camino como primera línea de defensa y los glacis o taludes de tierra exteriores. En la hondonada del foso se sitúan los revellines, que protegen las cortinas así como otras construcciones como las contraguardias, medias lunas, tenazas… Externamente existen otros cuerpos de fábrica como los hornabeques, que son varios baluartes unidos por cortinas y los fuertes o fortines, para el refuerzo de la defensa en puntos críticos. En el caso de Badajoz, por ejemplo, se distingue el hornabeque que protegía la cabeza del puente o los fuertes de Pardaleras o de San Cristóbal.

Los muros ataluzados con relleno de tierra en su trasdós son mucho menos vulnerables a las zapas que las murallas medievales, que se derrumbaban con facilidad ante la excavación de una zanja o trinchera (zapa) en sus cimientos. El desarrollo de los cuerpos de zapadores (ingenieros militares encargados de abrir las brechas para el asalto de las ciudades sitiadas) transforma paulatinamente las defensas de las ciudades en abaluartadas.

Del estudio de la forma de las ciudades abaluartadas se extraen las siguientes conclusiones:

El primitivo castillo medieval, que posteriormente fue empleado como ciudadela o último reducto defensivo de la fortificación moderna, permanece en la mayor parte de los casos, rehabilitado con mayor o menor fortuna, en el que se observa por lo general en las intervenciones realizadas un inculto excesivo interés por devolverle al municipio su pasado glorioso ("yo rehabilité el castillo") sin haber sido respetado en la mayoría de los casos los criterios de intervención en el patrimonio establecidos en la Ley de Patrimonio. Este castillo medieval pasa a ser el núcleo genético de la ciudad.

La cerca medieval de la villa se conserva parcialmente en algunos de los casos estudiados, ofreciéndose la muralla, a veces desaparecida en tramos concretos, a veces integrada con la edificación (caso de Albuquerque) o, cuando no aparece, manifiesta su rastro por el viario de ronda que la rodeaba (Alcántara, Valencia de Alcántara …). En el espacio antaño ocupado por esta muralla, se encuentra hoy la ciudad medieval, normalmente ocupada por casas bajas, sin las infraestructuras suficientes y con el menor valor de suelo, aunque no faltan edificaciones nuevas cuya volumetría contrasta considerablemente con el caserío.

La línea de la muralla moderna marca el perímetro de la ciudad del s. XVIII. Los baluartes y las cortinas que lo definieron se suelen encontrar sólo parcialmente (caso de Badajoz u Olivenza) o desaparecidos como en el caso de Moraleja. Normalmente aparecen espacios con solares que ocupan su espacio con sus mismos límites por lo que se trasluce el emplazamiento de los elementos defensivos. Los caminos interiores de la muralla y las rondas exteriores han dejado marcada su impronta en el tejido de manzanas y en su negativo, el viario.

Externo al cerco de la muralla, el crecimiento urbano que desborda la muralla a partir del s. XIX aunque no faltan ejemplos que contienen su crecimiento hasta el s. XX. Se observan casi siempre edificios con alturas superiores a las permitidas, tipologías extrañas a la realidad extremeña y a la escala natural del poblamiento.

Estado del planeamiento urbanístico

Hay que hacer constar que el planeamiento urbanístico de los municipios de Extremadura ha llegado tarde y/o mal, ofreciendo una respuesta tardía a las realidades de los núcleos urbanos, con soluciones que no corresponden a un análisis profundo de la realidad urbanística. Por si fuera poco, la gestión urbanística municipal no ha sabido normalmente ofrecer una respuesta a la promoción de suelo, y además, la policía urbana y la disciplina urbanística pueden ser calificadas, en el mejor de los casos, como inexistentes.

Como es obvio, UNESCO presta especial importancia a la protección legal del patrimonio cultural, por las agresiones que sufre en distintas zonas del mundo. En España la protección se enmarca en una legislación a nivel nacional y autonómico, y en un planeamiento urbanístico a nivel básicamente municipal.

Al día de la fecha, el marco legal autonómico está completo y actualizado: Ley 15/2001 del Suelo y Ordenación Territorial de Extremadura, y Ley 2/1999 de Patrimonio Histórico y Cultural de Extremadura. Existen dos órganos administrativos competentes: Consejería de Cultura y Agencia Extremeña de la Vivienda, el Urbanismo y el Territorio, de criterios no siempre coincidentes.

A nivel municipal el panorama es desolador: Los municipios tienen la obligación legal de contar con planeamiento urbanístico, y los que tienen Conjunto Histórico declarado, tienen además la obligación legal de contar con Plan Especial de protección. Pues bien, desde 2001 que se aprobó la Ley del Suelo, en 6 años, el número de planes aprobados y publicados es sonrojante: la práctica totalidad del planeamiento municipal no está adaptado a la ley vigente. No cabe mayor despropósito, que debería hacer reflexionar a la Administración “responsable”.

Otro tanto ocurre con los planes especiales: La mayoría de los planes especiales que fueron redactados conforme a la Ley 2/1999 han quedado detenidos en su tramitación por las Administraciones.

Con respecto a los municipios que nos ocupan en el INVENTARIO de fortificaciones abaluartadas, ninguno de los ocho tiene los documentos de planeamiento urbanístico y de protección del patrimonio legalmente establecidos:


Así las cosas, con vistas a considerar declaraciones patrimoniales, la primera tarea a desarrollar corresponde a la Administración, para dotar de los planes que la legislación vigente exige.

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